lunes, 22 de noviembre de 2010

Nadando en el mar
Septiembre 15, 2009 por Editor


Foto referencial
Cuando tenía alrededor de 14 años, le pedí a mis padres permiso para asistir a un seminario en la playa, de mi clase de Judo, que cubriría todo un fin de semana.

Ese seminario era organizado y preparado por nuestro maestro, y era dictado a los estudiantes avanzados, todos los años, para mejorar habilidades y aprender cosas nuevas.

Mis padres accedieron y me dieron permiso.

Y allí estaba yo, con unos 6 compañeros mas, rumbo a un fin de semana de entrenamientos, conocimientos y camaradería.

Durante dicho seminario, participé en uno de los ejercicios que mas me ha impactado en mi vida.

Estábamos en una lancha, y mas o menos unos trescientos a cuatrocientos metros de la orilla de una playa muy finita, el Sensei nos ordenó lanzarnos al agua.

El mar era profundo, de un color azul muy oscuro. Sin darnos explicación, fuimos uno a uno lanzándonos, con nuestros pantalones puestos. Una vez todos en el agua, encendió la lancha y nos dijo: “Los espero en la orilla”. Y se marchó.


Quedé estupefacto. Sabía nadar, pero nunca me había mantenido flotando en el mar profundo (y sin salvavidas), mucho menos nadado semejante distancia.

Una vez que salgo de mi asombro, decido seguir la orden, no quedaba de otra. Mientras nadaba pasaban por mi mente mil cosas, pensaba en las miles de criaturas que podrían estar debajo de mí, o de los tiburones, las anguílas o rayas, o barracudas. Todo me pasó por la mente.

Pensé en el hecho de que me podría dar un calambre o ahogarme. No tenía a nadie cerca que me ayudara o auxiliara en caso tal.

Estaba por mi cuenta. Dependía, tal vez por primera vez en mi vida, de mi mismo, y me daba miedo.

Seguí nadando. Cuando me cansaba flotaba en el agua por unos segundos o me mantenía a flote moviendo mis pies y manos. Aprendí a hacerlo . Me podía mantener por varios minutos de pie, flotando gracias a los movimientos que hacía. Y luego seguía adelante.

La orilla se veía distante. Poco a poco veía como mis compañeros llegaban. Yo lo hice eventualmente, poco a poco, metro a metro. Nunca pensé eso posible.

Logré llegar, sentí un gran euforia, y un gran cansancio. Sin embargo ese era solo el inicio de un largo día de entrenamientos.

Lo cierto de todo esto, que reflexionaba en estos días, es que muchas veces la vida es así. Te lanza retos sin tu creer que estás listo. Tienes lo básico y con eso , muchas veces es suficiente. Pude haberme ahogado, pudo haberme atacado algún animal. Pero no sucedió. Tal vez por suerte. Sin embargo seguí adelante y descubrí que podía hacer cosas asombrosas, y sobrepasar mis propos límites.

La vida te lanza al agua, y tú tienes la responsabilidad de seguir adelante y triunfar, no puedes culpar a mas nadie, solo a ti mismo y a las decisiones que tomaste en el camino.

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